Las rentas vitalicias son productos de inversión ejecutados contractualmente y de riesgo relativamente bajo; el asegurado (normalmente, un particular) paga a una compañía de seguros de vida una prima a tanto alzado al inicio del contrato. Ese dinero se devolverá al asegurado en cantidades fijas e incrementales, a lo largo de un periodo de tiempo futuro (predeterminado por el asegurado). La aseguradora invierte la prima; el beneficio/rendimiento resultante de la inversión financia los pagos recibidos por el asegurado y compensa a la aseguradora.
Los contratos de rentas vitalicias convencionales proporcionan un flujo previsible y garantizado de ingresos futuros (por ejemplo, para la jubilación) hasta el fallecimiento de los beneficiarios designados en el contrato o hasta una fecha futura de rescisión, lo que ocurra primero. Estos instrumentos financieros se han utilizado para acumular fondos y proporcionar aumentos significativos y repentinos de los ingresos personales (a través de retiros futuros de sumas globales), al tiempo que evitan legalmente los impuestos (por ejemplo, sobre la renta, sobre las ganancias de capital, sobre el patrimonio) que de otro modo se les aplicarían.